El mundo pasa por una etapa muy particular. COVID-19 y la contingencia que la acompaña ha modificado nuestra visión de la salud personal, familiar y ha traído consigo un gran protagonismo de la salud mental.

En cuanto a la salud física, el foco está en fortalecer nuestros hábitos, nuestra alimentación y como resultado incrementar nuestras defensas. Todo a través de un sistema que es vital en este proceso: El sistema inmune.

Este sistema nos ayuda a desarrollar anticuerpos y luchar contra amenazas externas. Es un sistema altamente sensible que se conecta a su vez con estados anímicos. La mejor forma de mantenerlo fortalecido es regulando los estados de estrés y ansiedad; dando espacio a actividades físicas constantes que liberen sustancias favorables para los procesos fisiológicos; activar nuestro metabolismo y llenar de nutrientes el cuerpo.

De acuerdo con la Dr. Roberto Albarrán, especialista en psiquiatría, el sistema inmunológico consta de una serie de células en la sangre (linfocitos) que actuarán como glóbulos blancos y que ayudarán a nuestro cuerpo contra virus, bacterias, parásitos y agentes que ponen en riesgo la salud. Principalmente se producen en adenoides, amígdalas, baso, apéndice, órganos creadores de dichos linfocitos.

La relación del CBD con el sistema inmunológico es a través de los cannabinoides. Esto se descubrió en los años 50 – 60 del siglo pasado cuando se empezó a experimentar con distintos compuestos naturales. Lamentablemente y a causa de prohibiciones, se dejaron de realizar estudios formales. Estos estudios se retoman hasta finales de los años 90 del mismo siglo, cuando se descubre la existencia del sistema endocannabinoide dentro del cuerpo humano.

Este sistema tiene relación con la recepción de distintas sustancias o compuestos químicos o cannabinoides que tienen distintos orígenes: La principal fuente es nuestro mismo cuerpo que desarrolla por sí mismo endocannabinoides a nivel cerebral; como ejemplo y la principal es la anandamida, relacionado con los estados de ánimo y el ácido araquidónico, entre otros.

Por otro lado se encuentran los fitocannabinoides; originados en plantas, entre ellas el cannabis. En ella se han descubierto más de 100 cannabinoides diferentes, destacando entre ellos principalmente los más estudiados hasta la fecha: El THC (tetrahidrocannabinol), sustancia que genera efectos psicotrópicos, alteración de la consciencia y percepción, además que estimula el apetito. Adicional y el compuesto que actualmente está siendo estudiada más a profundidad, el CBD (cannabidiol) que al contrario no produce efectos psicotrópicos (no coloca) y en el que nos concentramos ya que representan grandes beneficios para la salud con la ventaja de no causar alteraciones o riesgos a nivel cerebral.

El tercer tipo de cannabinoides son sintéticos que se producen en laboratorios con procesos no naturales y con un nivel de efectividad menor.

Enfocándonos en el CBD como regulador del sistema inmunológico a través del sistema endocannabinoide. Ahí se une el compuesto con dos tipos de receptores; los CB1 y CBD2, el CB1 a nivel sistema nervioso central y el CB2 a nivel periférico creando una regulación de procesos que ayudan a fortalecer específicamente los del sistema inmunológico o sistema de defensas natural del cuerpo.

Este proceso no es privativo de personas con algún padecimiento, sino beneficiando a todo tipo de personas. El CBD, además, es fuente primordial de fibra y proteínas, añadiendo beneficios adicionales al organismo; una fuente importante de ácidos grasos.

En 2016 la OMS (Organización Mundial de la Salud) cataloga al CBD como un suplemento alimenticio seguro para el consumo humano por la presencia de omega 3 y 6, excelentes para prevenir enfermedades cardiovasculares y prevenir enfermedades mentales como la depresión. Contiene vitaminas y minerales y se ha comprobado que funciona para el tratamiento de múltiples padecimientos que aceleran y desarrollan una hiperactividad del organismo como artritis reumatoide, esclerosis múltiple, la diabetes; enfermedades inflamatorias crónicas. Justamente una de las propiedades del CBD es el de ser un efectivo desinflamatorio de origen natural, controlando los niveles de dolor a causa de estos padecimientos, mejorando las funciones vitales de las personas afectadas.

Una buena forma de entender este proceso, expresa el Dr. Albarrán, es visualizarlo como una cadena de beneficios, ya que el sistema endocannabinoide es el encargado de regular naturalmente los procesos vitales de nuestro cuerpo a lo que llamamos homeostasis. Esto se expresa en un mejor ánimo, menor percepción del dolor, mejoras sustanciales en el proceso de descanso y la recuperación del cuerpo a través del sueño; en general una mejor funcionalidad física.

Otro tipo de padecimientos en vez de inflamar, deprimen el cuerpo, como es el caso del cáncer o el VIH. En el caso del cáncer el CBD ayuda a depurar las células deterioradas (apoptosis) como una muerte celular programada. En etapas terminales, los pacientes que reciben quimio y radioterapia reciben también beneficios del CBD con propiedades antieméticas regulando las náuseas y el malestar provocado por estos tratamientos altamente invasivos.

En pacientes con VIH disminuye la carga viral en el cuerpo; para pacientes que ya han desarrollado SIDA estimula el apetito que disminuye a causa del síndrome en este tipo de pacientes, adicional permite al paciente regular su descanso mejorando su ciclo de sueño y que también se ve afectado por este padecimiento.

En ese sentido, al referirnos a pacientes que se encuentran en un tratamiento con fármacos inmunosupresores, inmunomoduladores, el CBD representa un suplemento seguro sin interacciones medicamentosas importantes, con efectos secundarios reportados muy leves y tolerables. Los que se han expresado en una cantidad mínima de estos pacientes son ligera somnolencia, resequedad en la boca y ligeras náuseas al empezar a incorporar el compuesto. La única interacción donde no se recomienda es del CBD en combinación del uso de anticoagulantes para lo que se recomienda ampliamente en cualquiera de los casos notificar y controlar la incorporación del compuesto con supervisión de un especialista.

Por estos y todos los beneficios relacionados con el fortalecimiento del sistema inmunológico, es importante erradicar el estigma social relacionado con el uso terapéutico de los cannabinoides; especialmente del CBD que no tiene una relación con efectos psicoactivos o procesos de dependencia física y al contrario como un compuesto seguro que ayudará a todo tipo de personas, saludables, que quieran incrementar sus procesos de prevención; como personas en medio de un tratamiento médico que quieran disminuir las molestias de los síntomas y tratamientos médicos invasivos.

La recomendación del Dr. Albarrán es incorporar el CBD en forma de tinturas en dosis definidas y progresivas cada tercer día incrementar hasta llegar al estado ideal de bienestar y observando la respuesta del cuerpo. Existen diferentes presentaciones en el mercado, y es recomendable optar por aquellas que mantengan una comunicación clara acerca de la cantidad de compuesto presente en cada presentación para tener un control más claro de la dosificación; así como ingredientes y, muy importante detectar que sea un CBD con ausencia de otros compuestos como el THC para evitar efectos psicotrópicos no deseados.

Para mayor información de CBD en interacción con otros tratamientos envía tus dudas a [email protected] con datos específicos personales y en determinado caso del paciente a tratar.

Toda la información presentada en este artículo está relacionada con los testimonios de profesionales de la salud.

Dr. Roberto Albrarran
Cédula médico cirujano:5748127
Cédula de especialidad:10830332
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